Hola! Finalmente estoy en vacaciones, este fue un duro semestre lleno de exámenes difíciles y de continuos sobresaltos lo bueno es que todo salió perfecto :D... Este es el final de la primera temporada y agradezco eternamente su paciencia ya que yo misma se lo horrible que es leer una historia que suben cada mil años, pero aprovechando mis vacaciones tratare de subir más rápido la segunda temporada y acabarla antes de que inicie mi siguiente semestre (cuyas materias analice ayer y descubrí que será terriblemente difícil XD) En fin, espero lo disfruten y esten atentos a Blood on Silk 2 :)
Capítulo
18
Con el corazón en la boca, ella abrió la
puerta de su apartamento y lo dejó entrar. Se
sintió más simbólico que su primer beso,
más importante que la caliente, urgente
consumación de la Catedral, porque el
pequeño lugar representaba todo lo que Elizabeth
Silk era—ella en la privacidad.
Como si él lo supiera, se tomó un tiempo en
mirar a su alrededor a medida que entraba y la
rozaba al pasar. No había mucho para ver,
excepto un desastre en la pequeña sala cuadrada,
sólo un abarrotamiento de abrigos, guantes
y zapatos, la mayoría de los cuales había perdido
su lugar.
Entró caminando en el living y él la
siguió, echándole un vistazo a las pinturas sobre las
paredes, el salvaje paisaje marino, el
pacífico jardín, la antigua atmósfera de un castillo
escocés bien conocido, y el divertido y
torcido dibujo de una calle de St. Andews, hecho por
un artista amigo.
Él sonrió. —Las facetas de Elizabeth Silk.
—Confundida, pensó ella tristemente. Como las pilas de
ensayos sobre el sofá y los inicios de su
tesis en la vieja mesa entre dos tazas de café usadas,
una revista de mujeres, una estaca de
madera rota, y una envoltura de chocolate rota—y
los libros que llenaban la casa desde
monografías históricas a noveluchas. Era una mujer sin
una identidad definida…
—Cambiando constantemente, abierta a todo.
Me gusta eso.
Ella se sonrojó ante su halagadora
interpretación. Él caminó hacia la ventana, mirando el
oscuro Mar del Norte. Ella dijo:
—Quería que te gustara la casa. No sé por
qué.
Él se volvió.
—Gracias —su voz fue baja y ronca, y cuando
la tocó, se derritió en su abrazo.
Ya le había escrito a Mihaela, para decirle
que estaba en casa y que la llamaría en la mañana.
Supo que Konrad estaba débil pero vivo. Su
teléfono estaba apagado. El mundo estaba
excluido. Este era su tiempo robado, y el
robo era increíblemente dulce.
La torpeza y el miedo de ella habían
desaparecido. Mientras se duchaba, lo escuchó poniendo
música, tratando y descartando muchos
discos con la velocidad de la familiaridad, hasta
que encontró un tono que lo
complació—Billie Holiday; amoroso y conmovedor. Ella pensó
que podría llorar.
Su sombra oscureció la cortina de la ducha,
y su pulso empezó a correr de nuevo. Abriéndola
de golpe, tomó su mano, la ayudó a salir y
la metió en sus brazos. En silencio, envolvió una
toalla a su alrededor, teniendo un cuidado
extra tierno en las contusiones y laceraciones
que llenaban su piel de la rara batalla
nocturna.
—¿Tú no tienes alguna? —preguntó ella.
—Sano demasiado rápido.
Ella alzó la vista hacia su rostro
concentrado y se dio cuenta que no quería bloquearlo todo
y olvidarlo. Quería entenderlo, entenderlo
a él.
—¿Cómo hiciste para obligar a Maximilian a
luchar por ti? O al menos —se corrigió—, ¿qué
se presentara por ti?
—No lo hice. Le conté mis pensamientos y
los de Zoltán, y lo dejé escoger.
—Pensé que lo matarías.
—Lo contemplé. Pero la cosa con Maximilian
es que él piensa por si mismo—siempre lo
hace. Era ambicioso y pensaba que podía
gobernar mejor que yo. Y por supuesto, quería a
Tsigana. Pero la realidad volvió su
ambición en cenizas. Había visto muy rápido que Tsigana
no era digna de la inmortalidad. Creo que
también deseó rápidamente volver bajo mi
mando. Por supuesto, facciones emergieron;
Zoltán emergió. El deseo por la novedad, por
el cambio que me había permitido ser
expulsado, trabajó en su contra también. Zoltán era
el rostro del nuevo vampirismo, brutal,
irreflexivo, egoísta, y Maximilian no pudo soportarlo.
Tom sonrió.
—Cuando lo sentí, pensé que había venido a
matar a Zoltán. Me lo debía, después de todo.
—Podría haber llegado a matarte cuando
estabas en tantos problemas.
—Podría haberlo hecho, pero no lo hizo.
Vino para echar una mirada y, tal vez, asegurarse de
que yo tuviera una oportunidad. —El labio
de Tom tuvo un tic—. Pagando una deuda,
dijo.
Una de sus manos se había acercado para
descansar debajo de la toalla sobre su pecho
desnudo. La otra acariciaba su garganta,
justo sobre el lugar donde la había mordido
Budapest y en Sighesciu.
Alzó su mirada hacia él.
—Era tu amigo, ¿no? —Así era como lo habían
atrapado. Su amante y su amigo.
—Si. Era mi amigo. Uno de los únicos dos
vampiros que he hecho en un milenio. El otro es
Bill.
Ella tocó su rostro, sin querer sumarse más
al dolor que no había revelado pero que de todas
formas sintió. Maximilian y Bill eran
como sus hermanos. Ambos lo habían traicionado de
maneras distintas; aún así estuvieron a su
lado esta noche en la batalla.
—Bill le dice a los cazadores cosas.
—Lo sé.
—Pensé que si lo sabías, lo matarías.
—Casi lo hice. Casi te maté también. El
problema con la muerte es, —sus labios se crisparon—,
que es muy definitiva.
—No era para ti.
—Lo será algún día. Pero todavía no. —Su
boca se cerró sobre la de ella, y ella se presionó
contra él. La levantó, llevándola al
cuarto, tendiéndola entre la ropa que se había probado
y rechazado esta tarde antes de regresar a
la falda y al top que había comprado para su cita
con
Richard.
¡Mierda!
Oh, bueno, mañana me disculparé. Este es el
único momento que tengo para Tom, para
nosotros…
Tom se tendió junto a ella, desnudo,
besando sus pechos con fuertes, sensuales empujes
que la volvían salvaje. Su boca se
deslizaba hacia arriba a su pulso martillante en la base de
su garganta y al costado de su cuello.
Succionó la piel en su boca, y ella se arqueó hacia
arriba, lanzando su cabeza hacia atrás con
peculiar éxtasis y necesidad. Sus dientes, navajas
afiladas y acariciantes, rozaron su vena.
“Un pequeño trago,” murmuró en su cabeza.
“Para tenerte dentro de mí mientras estoy dentro
tuyo…”
Las palabras la estaban excitando,
cubriendo el dolor de la perforación de sus dientes. Su
pesado muslo se movió sobre ella, fijándola
abajo. Su mano se posicionó entre medio de
sus piernas, y sintió el empuje lento y
frío de su boca, sumando calor al placer ardiente e
implacable. Lo agarró firmemente y lo
acercó mientras él bebía de ella.
En algún lugar en el torrente de éxtasis,
estuvo conciente de Billie Holiday.
“Calla ahora, no expliques, eres mi alegría y mi dolor”.
Y ella quiso llorar, sólo que no hubo tiempo, él se acercaba sobre ella, entrando en su cuerpo
mientras lamía el dolor de su herida, y todo empezaba nuevamente.
* * *
En algún momento durante la tormenta del
estremecedor clímax, sus bocas se habían
acercado, para separarlas lentamente
después, lamiendo a lo largo de su labio superior
tembloroso.
Ella tragó. La desolación tembló en el
borde de su frágil y temporal felicidad.
—¿Eso fue venganza también?
—Nunca fue por venganza. Quería la sangre
de Tsigana. Y después, te quise a ti.
—Tom, vete antes de que yo…
Ella lo empujó en el pecho, pero permaneció
inamovible, dentro de ella y afuera.
—Me diste esta noche —le recordó el—, y la
quiero toda.
Se rindió y enroscó sus brazos alrededor de
su cuello.
—Igual yo —susurró ella—. Oh, igual yo.
Poco después, se levantó de la cama y fue a
la ventana, apartando la cortina cerrada una
pulgada para ver el exterior de la calle
tranquila. Estaba en el limbo, entre la última batalla
y la siguiente, la que fuera. Mirando sobre
su hombro, a donde él yacía sobre la cama, su
poderoso brazo sobre su pecho mientras la
observaba, ella atrapó un vislumbre de sangre
sobre la sábana. Miró fijamente la diminuta
gota mientras su memoria recordaba.
—Es como el sueño que tuve… —No había
cuerpos, a excepción de los fantasmas y los
horrores en su mente de la reciente lucha,
pero Tom y la sangre estaban sobre las
sábanas—. ¿Enviaste los sueños?
—No. Pero no me sorprenden. Tuvimos asuntos
inacabados, tú y yo.
Mientras él se levantaba y se acercaba a su
lado, sus músculos se tensaban en su hermoso y
pálido cuerpo, Elizabeth suspiró:
—No está claro, ¿no? Bien y mal. Eso es lo
que significaba cuando dijiste que el mal estaba
en el ojo del observador. Todos lo vemos de
manera diferente. —Se apoyó en su hombro—.
Realmente quise matarte esta noche, porque
era lo correcto. Y ahora… —cerró los ojos—.
Me pregunto si fue más el amor lo que me
detuvo.
Mientras su brazo la acercaba, ella abrió
sus ojos y miró hacia arriba a su rostro.
—¿Eres malvado? —susurró ella—. ¿Realmente
esclavizarías a la humanidad?
—Esclavizar no es una bonita palabra.
—No es una buena acción.
—Algunas formas de esclavitud son claras e
irrefutables. Como la asquerosidad de levantar
a los muertos sin alma, sin voluntad. Otras
son más una cuestión de percepción.
Era tan raro tener esta conversación,
desnudos en su habitación, su brazo alrededor de su
cintura. Pero esta era su noche robada.
Dejando que su cabeza cayera sobre su hombro, ella
inhaló su esencia distintiva y trató de
absorberla por su piel.
—Estás jugando con las palabras, Tom.
¿Qué es lo que intentas hacer?
—No lo sé todavía…con exactitud. Pero debes
admitir, el mundo se ha equivocado
drásticamente sin mí. Solamente en el
último siglo, dos guerras mundiales que mataron a
millones de personas, una sociedad que se
ha llenado frenéticamente de odio…
—Eso terminó —sostuvo ella.
—Todavía tienen hambruna y codicia. Tu
mundo está dividido con la intolerancia religiosa y
el odio, la violencia, el asesinato, la
falta de honradez; sin embargo, desprecias a los vampiros
por algunos actos…
—Nadie niega que hemos cometidos errores
—replicó Elizabeth—, o finge que el mundo es
perfecto. Cometeremos más errores, pero
serán nuestros.
—¿Por qué?
Levantó su cabeza para mirarlo.
—¿Por qué que?
—La tierra me pertenece tanto como a ti.
¿Por qué deberían cometer todos los errores
cuando yo puedo hacer mejor las cosas?
—¿Mejor para quién? ¿Los vampiros?
Inclinó la cabeza.
—A corto plazo, sí.
—Los vampiros matan personas. Tú matas
personas…
—Raramente. Cuando es lo correcto.
—¿Pero como puede ser correcto, Tom? Me
dijiste que pensabas diferente de nosotros.
Entonces, ¿por qué deberías juzgar quienes
merecen vivir o morir?
—Porque puedo.
Ella lo agarró del hombro y lo sacudió,
pero antes de que pudiera hablar, él dijo:
—Veo más que los humanos o vampiros. Se
matan entres sí, ambos creyendo que están
haciendo lo correcto. Están haciendo
juicios también, basados en poco más que prejuicios
y malentendidos. Zoltán habría esclavizado
tantos humanos como pudiera—después
que le di la idea. Eso habría sido
esclavitud, arraigada en su propio violento y sanguinario
hedonismo—una pesadilla inimaginable para
tu gente. Puedo traer justicia.
—¡No es justicia sin consentimiento!
—El consentimiento vendrá con el
conocimiento.
No sabía si estar más fascinada o
aterrorizada. No sonaba como la carnicería demente
y la destrucción profetizada por los
cazadores y sin duda lo prometido por Zoltán, y sin
embargo…
—Realmente quieres dominar el mundo,
¿verdad? —su voz salía entrecortada.
—Soy bueno en eso.
—No te lo permitiré, Tom.
—Lo sé.
Deslizó ambos brazos alrededor de su
cintura y apoyó su cabeza sobre su pecho. Cerró los
ojos para apartar el dolor.
—Entonces, después de esta noche, somos
enemigos de nuevo. Se va a terminar. —Palabras
feas, emociones feas entre esta dulzura que
nunca se debería haber permitido, sin embargo
no lo lamentaba. Ella sintió sus labios en
su cabello, y su garganta se cerró. Si lloraba, él
sentiría las lágrimas sobre su pecho.
—Hacemos lo que tenemos que hacer —le dijo
en la oreja, y ella pudo haber jurado que su
voz dolía tanto como la de ella—. Hay
muchas mas horas hasta mañana. Pero Elizabeth…
Sucumbió ante la insistencia de sus dedos y
levantó la cabeza. Su belleza era borrosa, pero
aguantó las lágrimas. Él la besó, su boca
moviéndose sobre sus labios tanto como su aliento
mientras sus palabras sonaban dentro de su
cabeza.
“Nunca se va a terminar.”
FIN