2 ene 2012

BOS: Capitulo 3

Capítulo 3


Elizabeth despertó con un ruido sordo.

—¿Señorita? —Alguien estaba golpeando en su puerta.

—¿Señorita Silk?

Elizabeth arrastró sus manos a través de la cara y por su cabello. Sintió como si acabara de dormirse.

—¿Hola? —dijo con voz ronca.

—¿Puede venir? —preguntó una voz de mujer, pero no sonaba como la camarera. Quizás esta era una chica diferente.

Elizabeth miró su reloj de viaje: nueve en punto.

Normalmente a esta hora se despertaba, desayunaba y salía a investigar.

Pero claro, ella no había conseguido regresar hasta la medianoche.

—¡Señorita!

—Ya voy —masculló, poniéndose de pie y tambaleándose fuera de su cama en un torpe movimiento.

Agarró algo de ropa limpia de su maleta abierta de camino a su puerta.

Desbloqueándola, abrió la puerta un poco antes de encabezarse de vuelta al baño.

—Déme cinco minutos y estaré fuera de su cabello. —Eso probablemente no tenía mucho sentido en Rumania, juzgando por la falta de respuesta de la chica.

—¿Señorita Silk? No somos personal del hotel.

Elizabeth se volteó en sorpresa. A través de la puerta del baño medio abierta pudo ver una mujer

y dos hombres, jóvenes e informalmente vestidos, pensó que no tan informal como ella,

que tenía puesta una fina y vieja camisa que se puso para dormir.

Agarrándose fuertemente la ropa en frente de ella como un escudo, caminó hacia sus

visitantes una vez más.

—¿Qué puedo hacer por ustedes? —preguntó, desconcertada

—Necesitamos hablar con usted —dijo uno de los hombres. Él era alto, atractivo, buen mozo de tipo robusto, decente de alguna forma.

Era quizás de su misma edad apenas por debajo de los treinta—. Acerca la otra noche.

Su corazón parecía caerse a sus pies.

—¿La otra noche? ¿Oh, mierda. Bill? —Ellos eran policías. Ella realmente había

atropellado a Bill y simplemente no había visto el cuerpo.

—¿Bill? —Los tres intercambiaron miradas desconcertadas, dejando a Elizabeth

balacearse con alivio.

—Lo siento —dijo—. Tuve una mala noche. ¿Er- quiénes son?

—Mi nombre es Konrad —dijo el hombre atractivo—. Esta es Mihaela, e István. ¿Podemos entrar?

—No estoy vestida.

—Esperaremos afuera —dijo Mihaela.

Elizabeth, aún medio dormida y mareada de alivio por no haber matado a Bill,

les cerró la puerta y fue al baño por una ducha rápida.

Cuando el agua fría la golpeó, lo entendió.

Por el momento, se había metido en su falda de algodón y un top y fue arrastrando el

peine por su cabello mojado, estaba segura que sabía quiénes eran sus inesperados visitantes y

por qué estaban aquí.

Esto había tomado la mayor parte su camino de vuelta a Bistrila antes de darse cuenta que la cosa

de Thomas había sido un truco. Pero había conseguido ir ahí al final, con una rara mezcla de alivio,

culpa, vergüenza y penosa humillación por haber caído en la trampa y estar tan malditamente asustada,

por no mencionar excitada. ¿Quién habría pensado que la seria y frígida Elizabeth Silk habría sido

tan excitada por la idea de un muerto viviente que ella había estado estudiando tan

clínicamente por dos años? Incluso ahora, el recuerdo la hacía retorcerse.

Gracias a Dios nadie en el St. Andrew lo sabría nunca.


Pero esta gente, sus visitantes de la mañana, deben haber tenido algo que ver con la pasada noche.

Ellos tenían que haber sido parte del trato. Ella no estaba completamente segura de lo que habían

hecho, pero ella sabía que esto había ido muy lejos. Probablemente ellos lo sabían también,

que era el porqué de que estuvieran aquí.

Debería examinarlos con más cuidado. Uno de ellos podría ser “Thomas.”

Involuntariamente tocó su garganta, donde se había imaginado que el vampiro la mordía.

Una escalofriante atmósfera era una maravillosa cosa.

Ella había estado tan segura que él había perforado su piel, bebido su sangre, cuando todo lo que había

hecho era mascarla un poco. No había herida, ni dolor, tan solo unos restos de sensibilidad.

Incluso ella había sufrido más moretones antes de un amante mordelón.

La sangre seca que había salpicado su cuello y su top claramente no había venido de allí después

de todo pero desde la molesta herida de la espina en su palma, ahora por fin estaba sanando,

al menos que fuera la sangre falsa del vampiro tramposo.

O bien, ella había hecho un completo culo de ella misma y tendría que vivir con eso.

Su única esperanza de conservar una pizca de auto-respeto ahora era aceptar su disculpa con dignidad y buen humor.

Ella lanzó el peine y miró dudosamente su reflejo en el espejo. Suponía que no lucía como

una académica seria. Le gustaba la mayoría de su ropa vieja, y recogía de una tienda de caridad

en Scotland: esta falda gitana estampada y desatada blusa de algodón, juntas con su largo y

vaporoso cabello sin estilo, la hacía parecer más joven que sus veintinueve años.

Elizabeth tenía poca gracía, y nada, sospechó en su forma de presentación.

Pero esto era todo lo que había sido y lo que tendría que hacer.

Cruzó la puerta de frente a sus bromistas. Al menos averiguaría como lo habían hecho.

Ella esperaba que esto probara su maravillosa inteligencia, solo para no sentirse como una tonta crédula.


Tomando un respiro profundo, abrió la puerta.

Ellos aún estaban de pie en el estrecho pasillo, recostados contra las paredes,

interrumpiendo una susurrada conversación se enderezaron y la miraron con unos serios y

deseosos ojos.

—Entren —dijo Elizabeth con resignación.

Ellos la siguieron con un poco de timidez y se sentaron a cada lado de su precipitada cama hecha,

mirando de uno a otro con lo que parecía ser nerviosismo.

Bien. Que les sirva malditamente bien. Se negaba a hacerlo fácil para ellos, permaneció de pie y esperó.

Esto era buena práctica para el próximo año cuando los estudiantes se alinearan frente a ella así,

para dar excusas para no entregar sus ensayos.

Mirando desde el hombre atractivo a el oscuro, ella estaba segura que ninguno de ellos

había jugado la parte de Tom. Estaba agradecida de eso. No quería posar sus ojos en

ese personaje nunca más. Se preguntó cuánto de eso habían visto aunque había estado

bastante segura en ese momento que no había nadie más en la cripta.


Konrad tomó un respiro profundo y habló.

—Señorita Silk, ¿es consciente de lo que hizo la otra noche pasada?

Ella puso una cínica sonrisa retorcida en sus labios.

—Soy consciente que estaba en una trampa, si eso es lo que quiere decir.

—¿Trampa? —Frunció el ceño.

Quizás había obtenido la palabra incorrecta. Deletreándola, dijo:

William me envió a Sighesciu. Supongo que ustedes tres y su otro amigo configuraron la tumba

y el polvo para darme un susto de muerte. Felicitaciones: lo lograron.

Pero no guardaré rencor, especialmente si ustedes me confirman en este momento la muerte

de Thomas.

Mirando a lo largo de la línea de bocas abiertas,

ella estaba segura que no serian capaces de hacer eso tampoco.

Tom dejaría un misterio, una nota al pie en su tesis que ese era un caso que no se ajustó,

posiblemente porque varios personajes diferentes se habían hecho confusos con el paso de los siglos.


Konrad dijo:

—¿William? ¿El vampiro William te envió a Sighesciu?

—¡Oh, por el amor de Dios! —Elizabeth se dio media vuelta rápidamente, apuntando hacia la puerta

—. Ciérrela después de que salgan, por favor, y no se molesten en regresar.

La única razón que los acepté en este momento fue porque tontamente imaginé que habían

venido a disculparse.

—¿Disculparnos? —Mihaela sonó tan desconcertada que Elizabeth tuvo ganas de

abofetearla.

—No me presiones —dijo con brusquedad—. Admito que me atraparon. Me engañaron.

Me hicieron cagar de miedo. Felicitaciones. Pero ya no está oscuro y contrario a lo

que popularmente se cree, yo no soy una completa imbécil. Se acabó.

Sé que ustedes me engañaron. Ahora largo. Y si alguna vez pongo los ojos en alguno de ustedes otra vez,

o en Bill o en su amigo “vampiro”, reportaré su agresión a la policía. Adiós.

Ella estuvo bastante satisfecha con ese sermón, pero no tuvo completamente el efecto que

estaba esperando. En vez de arrastrar los pies hacia afuera con sonrisas medio avergonzadas,

ellos aun estaban perfectamente sentados dándole la espalda y cuando Konrad habló,

lo hizo con un aire de impotencia que se comía su cinismo.

—Señorita Silk, por favor... nosotros no tenemos nada que ver con sus heridas. No estábamos

en ningún lugar cerca de Sighesciu ayer. Pero si usted fue agredida, necesitamos saber de qué forma.

—Adivine. —Elizabeth se dio vuelta para mirarlo.

Su mirada se deslizo hacia abajo a su garganta luego subió a su rostro.

—Él te mordió, bebió su sangre, pero la dejó viva…

—¿Por qué la dejó viva? —István, el hombre más oscuro interrumpió.

—¿Quizás no estaba lo suficientemente fuerte en ese momento?

—Tal vez estaba agradecido con ella por despertarlo —sugirió Mihaela.

Elizabeth dijo:

—¿Les gustaría hacer sus opiniones afuera? Estoy ocupada.

—Por favor señorita Silk, ¡tiene que escucharnos!

—Um… no, no lo haré. —Elizabeth agarró su bolso, poniendo su bloc de notas dentro, y cogiendo las llaves de su

carro del nochero. Si se trataba de eso, maldición, entonces los dejaría aquí e informaría a

recepción que había intrusos en su habitación.

—Señorita Silk, tiene que entender que está en un grave peligro —dijo enfáticamente

Konrad.

—Entonces lo hará cuando llegue a la estación de policía.

—¡Lo digo en serio!

—Oh, y yo. —Los ojos de Elizabeth se trabaron con los de Konrad, y algo como una descarga ciertamente

empezó a expandirse en ella. Él no lucía como un bromista, sino como una mezcla de

un dedicado académico y un determinado atleta. Si él tenía sentido del humor,

lo conservaba lejos de su cara.

—Por favor siéntese y escúchenos. Esto no es una broma o un truco o lo que sea que se esté imaginando.

Lo decimos en serio, mortalmente serio. Y usted necesita entenderlo.

La última declaración era ciertamente verdadera.

Sabiendo que podría arrepentirse, Elizabeth se bajó a si misma hasta que se sentó en el

borde de la dura silla al lado de la cama.

Eres débil, se dijo a sí misma. Debiste haberlos expulsado. Ahora nunca te libraras de ellos…


Konrad dijo:

—¿Nos dirá qué le pasó la noche pasada?

—No. Usted dígamelo. O váyase.

Konrad inclinó su cabeza. —Está bien. La noche anterior, usted fue a Sighesciu y de alguna manera descubrió la tumba del

antiguo vampiro Thomas. Algo que usted hizo lo despertó después de tres siglos,

y ahora anda suelto en el mundo una vez más.

—¿Cómo lo sabe? —interrumpió Elizabeth.


Konrad pestañeó.

—¿Cómo dice?

—Si usted estaba lejos de Sighesciu ayer, ¿Cómo sabe lo que hice o no allá?

—Porque tenemos un confiable—y petrificado—informante que nos informó que Thomas camina otra vez.

Él drenó dos vampiros novatos a los cuales sabíamos y bebió de varios humanos además de usted.

Después de trescientos años él está hambriento y fuera de control.

No puedo decirle lo peligroso que lo hace.

Elizabeth dejó que su mirada parpadeara de él a los otros. Tan cuidadosa como era ella,

no vio signos de engaño, sin deslizamiento de ojos, ningún movimiento sospechoso o

incluso miradas deliberadamente constantes.

Se le ocurrió que esas personas creían lo que estaban diciendo.

Ella no estaba segura de como sabían ellos de su interés en Thomas o su visita a Sighesciu,

pero algunas de las personas con las que había estado hablando en los últimos meses podrían

haber hablado con ellos también. Las mismas mentiras podrían haber sido repetidas a todos.

Ellos no eran gente del campo. De hecho, supuso que la única chica, Mihaela, era incluso Rumana.

István era claramente húngaro aunque había muchos húngaros étnicos en esa parte de Transylvania-

y Konrad era probablemente extracción alemana.


Pero todos ellos tenían un tipo cosmopolita, con un aire de viajados que les sentaba curiosamente

con las tonterías que estaban soltando.

Estos no eran locos embaucadores después de todo, pero sí unos auténticos y muy serios chiflados.

—Veo —dijo ella, cuidadosamente evasiva—. ¿Y tú eres…?

Los hombros de Konrad se relajaron, como si la parte más dura de la batalla estuviera ganada.

—Somos parte de una organización internacional dedicada a eliminar los vampiros del

mundo. Mis compañeros y yo tenemos sede en Budapest, pero hay generalmente más

trabajo para nosotros en las montañas de Hungría y Rumania.

—Veo —repitió Elizabeth—. Y tú… informante, ¿te contó acerca de mí también?

Konrad vaciló, intercambiando miradas con István.

—Sí... pero ya sabíamos acerca de ti. Sabemos acerca de todos los investigadores que vienen aquí

preguntando acerca de leyendas de vampiros. Eso te hace blanco de los vampiros y es nuestra obligación

protegerte.


Elizabeth cerró su boca. No había nada que decir a eso.

Konrad continuó.

—El vampiro Bill ya se aprovecho de ti y te envió a Sighesciu. No es generalmente

conocido que Sighesciu es… era el lugar de los restos de Thomas.

—¿Por qué no? —Elizabeth se preguntó.

—Otros vampiros, sus enemigos, podrían matarlo, dispersar sus restos muy lejos donde él nunca pudiera

caminar otra vez. Sus amigos no querían eso. Sus enemigos, quienes lo estacaron en primer lugar,

no querían que nadie lo encontrara y lo despertara.

—¿Cómo puede ser despertado si había sido estacado? —preguntó ella, preguntándose salvajemente si había caído en un viejo guión de Hammer Horror.

Thomas es un Antiguo —dijo István con cuidadoso énfasis—. Él es, entre otras cosas muy duro para detenerlo del todo. Solo estacándolo no desvaneció su

espíritu; simplemente lo contuvo.

—¿Entonces por qué sus enemigos no lo dispersaron en el momento?

—Realmente no lo sabemos. Hubo sugerencias que ellos estaban muy asustados de

él, incluso estacado. Su poder y su prestigio eran impresionantes en esos días, entre los

vampiros y los humanos.

—¿Cómo es eso? —preguntó Elizabeth.

István se encogió de hombros.

—Fuerza bruta, adquirida a través de la edad y el estudio. Más, de acuerdo a las fuentes que tenemos,

una formidable inteligencia y fuerza de personalidad. Quizás sus enemigos estaban aún influenciados

por esos rasgos. Pero hay también evidencias de una batalla mayor, así que es posible que ellos fueran

molestados o distraídos antes de que pudieran finalizar el trabajo.

Por otra parte, si los amigos de Thomas ganaron la batalla aun fue demasiado tarde para liberarlo.

El no podría ser liberado sin... —István se detuvo y miró a Konrad.

—Sin sangre humana —dijo Konrad—. Debería decirle: yo mismo he estado en Sighesciu y nunca había visto su tumba.

Me dijeron que estaba escondida por la magia de sus amigos y sus enemigos por igual,

así que no tengo la menor idea de cómo la encontró. ¿Bill la atacó?

—¡Por supuesto que no! ¡Él nunca estuvo allí! —Ella frunció el ceño. Había pensado que lo había visto, después, incluso imaginó que lo

había atropellado.

—Entonces si Bill no tomó su sangre, ¿cómo consiguió la tumba?

—Mi mano fue picada con la espina de una rosa... —Oh demonios, estoy hablando como si les creyera. Enciérrenme rápido—. ¿Importa?

Konrad se encogió de hombros de nuevo.

—Solamente es curiosidad. Quizás fueron las gotas de su sangre lo que hicieron la tumba visible para usted. El punto es, usted lo despertó, y escapó antes de que pudiera matarla.

La sangre de su despertador es importante para él. Por encima de lo dicho, usted es la

responsable. Un montón de otros vampiros están enojados con usted por eso, incluyendo a Zoltán,

el líder de la región. En serio, usted necesita dejar Rumania e irse tan lejos del este de Europa

como pueda.

—Lo haré —Elizabeth se tranquilizó.

—¿Cuándo?

—Pronto. Tengo que estar de vuelta a Escocia en septiembre.

—¡Eso es en una semana! ¡Usted tiene que irse ahora!

—No he terminado aún.

—Señorita Silk, su vida, su alma, ¡son más importantes que cualquier tesis!

—No me haga decir que mi vida es mi tesis —suplicó, aunque fuera humillantemente estaba cerca de la verdad.

—Por favor, venga con nosotros. La cuidaremos después en Budapest hasta que pueda

conseguir un vuelo a casa.

—Gracias. Es usted muy amable, pero tengo mis oportunidades aquí por el siguiente par de semanas.

—Ella se paró—. Y ahora, realmente necesito comer antes de empezar a trabajar...

—Señorita Silk, por favor reconsidérelo. —Konrad se puso de pie con ella, junto con los otros—. Al menos permítanos enseñarle cómo puede defenderse usted misma.

De verdad no sabe con lo que está tratando aquí.

No es seguro para usted salir después de la puesta del sol.

Cada vampiro de la región quiere su muerte, y debe entender que Thomas fue el vampiro más

poderoso que haya vivido. Él está de vuelta y querrá su sangre.

—En realidad, yo lo quiero a él —dijo Elizabeth sombríamente. Y a su William.

Parecían como si se hubieran estado aprovechando de la gente aun más crédula que ella.

Las leyendas de Vampiro se habían descontrolado recientemente.

Culpó a Bram Stoker, Anne Rice y Buffy la caza vampiros—. Um... Antes de que se vaya... ¿Qué sabe usted acerca de la muerte de Thomas?


* * *


Gracias a la demora causada por los “cazadores de vampiros”,

de quienes ella se había librado con extrema dificultad al final,

era casi medio día antes de que ella se estacionara fuera de la casa de Maria, una vez más.

La aldea estaba en silencio, la mayoría de las personas habían buscado refugio del peor calor del sol.

Pero a medida que se acercaba a la familiar puerta desvencijada, donde ayer había hecho una pausa

para hablar demasiado tiempo con Bill, vio a la hija de Maria barriendo el sendero del jardín bajo la

sombra de las espesas lianas enredadas.


Al ver a Elizabeth, ella se enderezó y se apoyó en su escoba.

Señorita —gritó en señal de saludo. No estaba claro por su rostro si estaba contenta, enojada,

o incluso avergonzada de verla.

Elizabeth le devolvió el saludo, agregando:

—Estoy buscando a William.

Hubo una pausa, pero la mujer no se acercó más.

—No está aquí —dijo al fin.

—¿Sabes dónde puedo encontrarlo?

Ella negó con su cabeza.

—¿Vive en la aldea?

La mujer se encogió de hombros y regresó a su barrido.

—Él se mueve mucho. Me gustaría encontrar a alguien para hablarle.

Sí, apuesto a que le gustaría, pensó Elizabeth con un dejo de amargura.

Ellos habían estado en eso. Engañar a la loca extranjera.

Endulzarla con los disparates de Maria, y entonces presentarle a Bill como la cara más aceptable

de la leyenda. Sólo que, ¿cuál era el punto? ¿No se aburren después de un tiempo?

Ella nunca le pagó a nadie por hablar con ella, uno de los motivos era que ella no podía darse el lujo,

y el otro era que acabaría animando a la gente a decir lo que imaginaban que ella quería oír.

Se subió otra vez al auto y condujo por la ahora-conocida y familiar carretera a través de las colinas hacia Sighesciu, sin olvidar revisar su espejo

retrovisor por si algún vehículo seguía al suyo. Ella no pondría a los “cazadores de vampiros”

en el pasado hasta que sus pies dejaran el país.


* * *


La aldea se veía diferente con el brillo del sol de la tarde, aunque todavía abajo hacia los talones,

era menos deprimente. Estacionando su auto a la sombra de un árbol seco en la plaza del mercado

vacío, se encontró con que en realidad podría reírse de sí misma, al recordar como había actuado

la noche anterior, huyendo llena de pánico de un “vampiro” que regreso a la vida de un sarcófago

de piedra. Sus mismos colegas se reirían si alguna vez se enteraran, a pesar de que ella tomaría la maldita

buena atención.

Y, sin embargo, a pesar de todo, mientras caminaba por la colina hacia las ruinas del castillo,

encontró a su corazón latiendo demasiado duro y demasiado rápido.

Ella sabía que debería sentirse tan enojada con Bill como con su cómplice “Thomas,”

pero la verdad era, que ella necesitaba hablar con Bill de nuevo, para averiguar si algo de lo que él

había dicho era verdad. El calor de su furia estaba reservado para Tom, quién la había asustado,

atormentado, y, peor que cualquier otra cosa, excitado fuera de lo normal, de su reservada piel.

Por eso, para él, ella sentía algo parecido al odio.


No tenía idea de como hacerle frente si se encontraba con él de nuevo.

¿Debería gritarle, balbucear como una tonta, convirtiéndose toda tartamuda como la

estudiante tímida que a menudo todavía sentía que era? ¿O debería derretirse como la

mantequilla bajo el calor de su hambre, y fascinantes ojos?

Ella frunció los labios, sabiendo que en la luz del día, el brillo de su sentido común regresó,

él no luciría más de que ordinario. Sin carisma, nada mágico al tocarla o excitarla, que era una

pena en cierto modo, porque ni siquiera sabía que ella podía sentirse así.

Eso era atrevido, intenso emocionante...


Apresuradamente, ella terminó con esa línea de pensamientos.

Era la adrenalina, el miedo, que se había intensificado y confundido todo. Eso era todo.

Excavadoras y obreros abundaban por toda la colina.

Manteniendo un bajo perfil, se puso muy cerca de la esquina antes de que el capataz de la cripta

con el que había hablado la noche anterior la viera. Él le gritó algo a un conductor de una grande

bestia mecánica, quien avanzó a su cargo delante de su línea de visión mientras que el jefe caminaba

hacia ella.


Elizabeth miró más allá de él, hacia una pieza completamente plana del suelo.

El agujero donde se desmoronaba la cripta había sido rellenado.

Toda esta parte de la colina era suave y uniforme.

—Usted llenó el agujero —soltó antes de que el capataz la hubiera siquiera saludado.

—¿Qué agujero? —He encontrado un agujero en el suelo ayer en la noche, justo ahí. Había una habitación por debajo,

como una cripta, con ángeles tallados en las paredes.

¿No debería notificar a las autoridades antes de que comience la construcción?

El hombre sonrió, una sonrisa de lástima, aunque, por qué con lástima; ella no lo tenía claro.

—No había un agujero por allá, nada para rellenar.

Habríamos visto tal cosa, y si no, los inspectores que abundaban en el sitio la semana pasada lo

habrían hecho. Entonces, ¿va a comprar una casa?

No tenía sentido. Cualquiera de ellos Bill y Tom lo habían cubierto hasta ellos mismos,

o los constructores no querían esperar a que los arqueólogos excavaran sobre los cimientos antes de

empezar a trabajar, y entonces ellos negarían todo.

—No —dijo Elizabeth con tristeza—. Yo no podría vivir aquí ahora.


* * *


Terminando una taza de café en la plaza de la aldea, ella preguntó sobre Bill,

pero nadie parecía haber oído hablar de él. Ella no se sorprendió.

Había estado esperando trabajar sin él. Su siguiente parada fue el cementerio.


Sin embargo, hay tres iglesias en Sighesciu: la Católica Romana en un extremo de la calle principal;

una iglesia Luterana en el otro; y a mitad de camino entre ellas, la iglesia Oriental Ortodoxa.

Cada una tenía su propio cementerio. Los “cazadores de vampiros” la habían mirado como si

le hubieran crecido cuernos como cuando les preguntó que religión había seguido Thomas, a

pesar de que ellos sabían que había sido estacado en 1697.

—¿Bill te dijo eso? —había preguntado ella con recelo.

—Nunca he conocido a Bill —Konrad había respondido con lo que parecía completa

honestidad—. La fecha está en nuestros registros.

Elizabeth empezó a pensar, después de haber rastreado los tres cementerios en busca de

los probables monumentos, ella podría pedir ver esos registros, cualesquiera que fueran.

Sin embargo locamente, ellos apenas contienen el núcleo impar de la verdad que podría ayudarla.

Después de todo, eso es lo que ella había estado haciendo en todas

sus investigaciones hasta el momento, hurgando en busca de perlas entre la escoria. Su

renuencia a comprometerse con los “cazadores de vampiros” nuevamente se redujo al

simple hecho de que su solemnidad estaba muy asustada por salir.

Miraba por el cementerio de manera acusatoria. Bueno, ¿qué era lo que esperaba? Un

bonita, piedra clara que dijera: ¿Aquí yace Thomas, un vampiro muy antiguo, estacado en 1697 por

las siguientes personas?

Tal vez él realmente había sido enterrado en la capilla del castillo. Si ese fuera el caso, su cuerpo y

cualquier inscripción se habían perdido para siempre, a menos que ¿sus fotografías mostraran algo?

Aclarándose, empujó la botella en su bolso y levantó su cara al sol, cerrando los ojos.

Ella puso la cabeza hacia Bistrila, pondría las fotografías en su ordenador, y vería lo que pudiera ver.

Y esa sería la última vez y el último esfuerzo que ella malgastaría en Tom.

Mañana, ella iría hacia el sur y retomaría algunas leyendas más.


Una sombra cayó sobre su rostro. Sus ojos se abrieron de golpe y ella se sentó, temblando.

Nadie se acercó a ella, “ningún vampiro amenazaba con beber su sangre”, nadie vestido como un vampiro amenazaba con beber su sangre. Era sólo una pequeña nube que pasaba a través del sol, y sin embargo había sido un instante, un pequeño instante, cuando ella podría haber jurado que olía la tierra fresca y el aroma de especias del hombre que había pretendido ser Thomas.


* * *


Ella tenía unas buenas fotos de los ángeles en la cripta. Ella incluso tenía una del sarcófago de piedra.

Tumbada en la cama del hotel con el portátil en la almohada, sopló la imagen del sarcófago

tanto como podía y miró hacia ella. Era tan exquisita como recordaba, una hermosa pieza de

arte con el hermoso; expresivo rostro, el cuerpo delgado pero musculoso muy similar a la del

hombre que la había abordado momentos después. Su mirada se detuvo, quedándose en la vacía

vaina en la escultura.


Ella tuvo una espontánea breve visión de “Thomas” levantándose de la mesa de piedra,

luego caminando hacia ella en una nube de polvo, mientras que tiraba de la espada de su pecho

lanzándola al suelo. Pero no había sido una espada. No había habido ningún ruido metálico en

el piso de piedra. El sonido de la caída había sido más suave, obtuso, como madera.

Ellos la habían engañado con un clip en una espada de madera, y ahora que pensaba a

través del miedo de la escena atónita, se dio cuenta de que había sido demasiada corta para ser

una espada real.

—Bueno, eso es el truco aclarado —murmuró.


Se centró en la fotografía, en busca de más pistas. El sarcófago era, sin duda, de piedra,

demasiado inerte y cubierto de polvo pare ser el macho humano en esa tapa.

Y sin embargo ella había estado en lo cierto, había un destello negro de pintura bajo el

polvo de sus ojos, su cabello y su capa. Debe ser viejo. Nadie podría haber susurrado algo tan

maravilloso solo de broma.

—Entonces, ¿cómo lo hicieron? —murmuró—. ¿Lo de destruirlo, ocultarlo? ¿Y por qué esta el hombre muerto esculpido con una espada

en el pecho y una funda vacía? —suspiró—. Me gustaría saber si realmente era Thomas… —Ella tocaba la pantalla del ordenador con su dedo, cepillando la cara del sarcófago—. Si no puedo encontrar a Bill, voy a tener que hablar con los cazadores de vampiros, ¿verdad?

Y ¿por qué estoy hablando contigo de todos modos, imagen de computadora?

Cerrando la tapa, empujó el equipo a un lado y se levantó. Su estómago rugió y se dio cuenta de

que había olvidado cenar de nuevo. Bueno, tenía que salir y conseguir algo de uno de los puestos.

Necesitaba un poco de aire fresco antes de irse a la cama de todos modos.

Y mientras caminaba, podía decidir si dejar Bistrila por la mañana como estaba previsto,

o pasar por allí para hablar con los cazadores de vampiros sobre el sangriento Thomas

.

Ella cogió un jersey para defenderse contra el frío de la noche y se fue en busca de alimento.

Era una clara, noche estrellada, demasiado tarde para que hubiera mucha gente todavía por las

tranquilas calles, cerca de su hotel. Pero no había nada amenazador en esta ciudad.

Era simplemente pacífica en la oscuridad, y por el momento en que se acercó a su hogar,

comiendo a su manera la tarta caliente del puesto de la esquina, ella había formado en su mente

pasar un día más sobre el elusivo Tom. A pesar de que estaba en peligro de perder mucho tiempo

sobre una anomalía, un día más no le hacia daño. Y valdría la pena si se resuelve el misterio de su

existencia de una vez por todas.

Emergiendo de los pintorescos arcos encriptados que cubrían el pavimento de esta parte de la

antigua aldea, miró hacia el cielo enjoyado, y algo se precipitó por encima de ella,

rodando hacia el suelo.

Sin aliento y sorprendida, no podía hacer nada por el desorientado momento en primer lugar.

Entonces se dio cuenta de que era el pesado cuerpo de un hombre fijándola en el suelo,

la brutal mano del hombre empujando su cara hacia un lado, y ella reaccionó por puro instinto.

Agarrándole el pelo con ambas manos, ella empujó con todas sus fuerzas.

Al mismo tiempo, golpeó con fuerza su rodilla entre sus piernas y sintió que conectaba con la

suavidad de los genitales masculinos.


Él no grito, y el nacimiento de su llanto de su propia garganta se perdió en shock mientras

miraba hacia algo rojo, los ojos de su atacante. La boca de él rechinó como la de un animal,

revelando largos y puntiagudos colmillos. Él parecía sonreír cuando se lanzó una vez más hacia

su cuello, sin prestar atención al cabello que caía de sus manos mientras ella empujaba hacia abajo,

hacia su salvaje cuerpo.


Ella cambió de táctica y golpeó su rostro en su lugar.

A pesar de que señaló un gruñido de él, había poca diferencia en su progreso.

En su salvaje desesperación, ella trató otro, un ruido sordo de su puño izquierdo en las costillas,

al mismo tiempo. Pero aún su boca babeante se encontró con su cuello, justo cuando él fue

arrancado de ella y arrojado varios metros sobre el pavimento.


Jadeando por respirar, Elizabeth vislumbró una figura alta, de espaldas a ella. Llevaba

pantalones oscuros y una camisa blanca y el pelo largo y negro que ahora iba peiado

con unas modernas trenzas, muy al estilo rapero.

Un gemido inarticulado saliendo de su boca al fin, para su atacante que se había recogido

del suelo y estaba cargándose de bruces hacia el hombre frente a ella.

La fuerza de su choque debería haber martillado al otro hombre en sus pies,

y sin embargo él no se movía. Los dos hombres parecían estar inextricablemente enredados.

Elizabeth oyó un sonido como un gruñido, y luego un chasquido, y su atacante simplemente

desapareció.


Por un instante, el polvo bailaba como estrellas donde él había estado.

El otro hombre se dio la vuelta y se dirigió hacia ella.

El resplandor de la farola rebotó en él, un hermoso pálido rostro.

No podía ser, pero era… era el hombre que había interpretado a Thomas.


No había polvo residual ahora obstruyendo sus poros, su pelo o su ropa. No capas del

siglo diecisiete girando a su alrededor para un mayor efecto dramático.

En cambio, un alto, hombre en forma de hombre del siglo XXI se abalanzó sobre ella.

Su limpio, cabello negro brillaba bajo la farola, agitándose en el aire mientras se movía.

Sus extraños ojos se clavaron en ella, torciéndole su estómago con recuerdos indeseados.


Doblando la cintura, justo como el primer encuentro de anoche, él se apoderó de ella,

arrastrándola erguida y en sus brazos. No podía negar que se sentía bien a su alrededor,

duro y fuerte y reconfortante después de la violencia de su atacante, pero no podía olvidar

lo que acababa de suceder.


—¿Dónde está? —Ella dijo sin aliento, tratando de mirar más allá de sus anchos hombros—. ¿Qué hiciste con él?

—Yo lo maté por ti. —Incluso hablando palabras tan escalofriantes, su voz vibraba a través de ella como una llama agitada—. Tiempo de recompensa. —Él bajó la cabeza, doblando su cuerpo hacia el suyo.

Su sedoso cabello cayó sobre sus hombros, haciéndole cosquillas en la piel desnuda,

y ella sintió sus labios en el cuello.


—¡Oh, no empieces otra vez, estúpido bastardo! —Ella dio una palmada en su cabeza lo suficiente para punzar su propia mano—. ¿Qué está mal contigo?


Su cuerpo se calmó y luego empezó a vibrar. Levantó la cabeza y sus ojos brillaban tan

intensamente que se dio cuenta de que él se estaba riendo de ella.

Ella luchó en vano por deshacerse de él. Al igual que la noche anterior, él era demasiado grande,

demasiado fuerte, terriblemente fuerte.


—Tengo hambre, —explicó, capturándole sus agitadas manos y arrastrándolas a su

espalda—. Y, ¿tú realmente no crees en mí, verdad?

—No —escupió—. No lo hago.

Él la miró, manteniendo su pecho contra el torso de él, con la cabeza inclinada hacia un lado.

Sus brazos se sentían como bandas de acero. Traidoramente, sus pezones comenzaron a

apretarse en su cercanía. Parecía que nada, ni el trauma, ni el miedo, o la ira,

podrían evitar que su cuerpo se excitara a su alrededor.


Él dijo:

—¿Qué crees que acaba de suceder aquí?

Imágenes confusas la golpearon, de los rugientes dientes de su atacante, de su “salvador”

absorbiendo su furioso ataque, y el breve, destello de lucha que resultó en su atacante desapareciendo

en una nube de polvo, la especialidad de Tom.


Él tiene que cargar bolsas de droga…


Ella miró a los ojos de color negro opaco. Todo lo que ella podía ver que era su propio reflejo.

Poco a poco, empezó a sonreír, revelando largos y puntiagudos colmillos.

Él era como una broma de Halloween, sólo que más sexy.


—Tú estás totalmente loco —susurró. —Tú sabes, no va a ser nada divertido comer de ti si no me aceptas. Ofendes mi sentido de… asertividad

—Entonces vete a la mierda —gruñó.

—Semejante falta de lenguaje para una dama, cuanto hay por aprender. —Se inclinó más cerca de su oído y aunque ella no sentía su aliento, se estremeció.

Una de sus manos se movía con deliberación sobre la curva de su cadera y alrededor de la cintura

, deslizándose hacia arriba y sobre su pecho. Tragó saliva, obligándose a permanecer inmóvil.

La palma de su mano circulando sobre su pezón, formando una línea invisible de placer a su

adoloridos costados.


—Piensa en ello - susurró.


Sus labios rozaron su oreja, tan suavemente como el aleteo de una mariposa,

enviando hormigueos en todo el camino hasta su columna vertebral—.

No voy a permitir que otros vampiros te toquen. Pero me temo que no tengo tiempo para

convencerte justo ahora… o para disfrutar de mi comida. Hablaremos después.

Su mano cayó, y sus brazos aflojaron, dejándola de pie, de nuevo.

Ella lo hizo. Esta vez, ella mantuvo la cabeza alta y rezo porque él no viera el temblor de sus piernas,

de todo su cuerpo.

Desesperada, su cerebro trataba de racionalizar lo que acababa de ver y lo que aún sentía.

Se negó a mirar hacia atrás, incluso cuando el vello en la parte posterior de su cuello bailando con

alarma. Por alguna razón, temía su quietud más que a la brutalidad de su anterior atacante, y

ella no se sentía segura hasta que regresara de nuevo a su habitación de hotel y cerrara la puerta.

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