6 ene 2012

BOS: Capítulo 5


Capítulo 5




No podemos permitirnos la seguridad de tener una casa segura también aquí —

explicó Mihaela mientras volvía hacia la computadora—. Acabamos de alquilar

este lugar, y tenemos un equipo en Budapest que hará toda la investigación en cuanto la necesitemos —esta era una casa pequeña, pero decente en los suburbios modernos de Bistrila. Los cazadores de vampiros habían conducido a Elizabeth aquí con rapidez, cuando ella expreso su interés en ver sus documentos. Ahora, al descubrir que no había ninguno en ese lugar, Elizabeth sospechaba que habían utilizado su interés como una excusa para traerla aquí. Ella iba a tener dificultades para salir—. ¿Qué quieres saber? —preguntó Mihaela, sentada delante del monitor y jalando una silla para Elizabeth.

Konrad se encontraba al fondo mientras István fue a hacer café.

—Todo —dijo Elizabeth, hundiéndose en la silla a su lado—. Quiero saber sobre los vampiros, cómo y cuándo surgieron. Quiero saber sobre Bill y Tom, y que tan reales son las amenazas para mí. Y quiero saber acerca de ustedes.

—Sobre nosotros, sólo tiene que preguntar —dijo Mihaela con una sonrisa rápida.

—Sí, pero me refiero a los primeros cazadores de vampiros.

Mihaela levantó las cejas.

—¿Eres consciente de cuánto tiempo la organización ha estado alrededor?

—Desde el siglo XVII, de todos modos.

Ella se encontró con la mirada desafiante de Mihaela.

Tom me lo dijo.

Por alguna razón, era difícil hablar de eso. Tenía que analizar las cosas por su cuenta en

primer lugar, y sin embargo si Tom era tan peligroso como todos decían-y desde el incidente de granja que no podía dudar de eso. Los cazadores necesitaban saber lo que

había dicho. Por la seguridad de ellos, así como la suya propia. No puedo creer esto.

Todavía no puedo creer que voy a creer todo esto... Ella contuvo el aliento y lo dejó escapar.

—Lo vi esta mañana en la iglesia, mientras yo los estaba esperando —Su mirada parpadeo hacia Konrad. Sus penetrantes ojos estaban fijos, sin sorpresa—. Él sabía acerca de ti. Él ha enviado... saludos —Konrad descansó su cadera en la parte trasera del sofá detrás de él—.

Ha habido cazadores de vampiros, tanto tiempo desde que han existido los vampiros- casi.

Según nuestros registros, se remontan al siglo XII.

—¿Y sin embargo, nunca lo han compartido? Ninguna de las universidades han oído

hablar de ustedes, o incluso una pista de la clase de esos raros documentos de los que han hablando?

—No. Nuestra existencia depende del secreto. ¿Quién iba a creer en nosotros de cualquier modo? Tú ya conociste a un vampiro y aun piensas que sólo somos un montón de chiflados.

Elizabeth enrojeció.

—Es verdad —admitió—. Así que... ¿esta su biblioteca en línea? —preguntó ella con

esperanza.

—No —contestó Konrad—. Pero puedes pedir cualquier cosa, y nuestros investigadores harán todo lo posible para encontrar las respuestas.

Elizabeth frunció el ceño. No era el tipo de investigación a la que estaba acostumbrada. Ella quería una fuente real, primaria, no la interpretación de otra persona, y sobre todo no la de alguien a quien nunca había conocido y de quien no sabía nada, nivel de educación o algo más.

—Me encantaría ver su biblioteca —dijo con nostalgia.

—Ven a Budapest con nosotros —sugirió Mihaela.

—¿Van a volver? —Elizabeth no estaba segura de cómo se sentía acerca de eso. ¿El pánico de ser dejada a un lado con toda esta basura por su cuenta? ¿La decepción cuando todos ellos desertaran del barco tan pronto como se encontraran en la misma ciudad con todos esos vampiros?

—Mañana —dijo Konrad, atrapando la mirada de Mihaela—. Esta noche vamos a tratar de eliminar algunos vampiros dispersos.

—¿Incluyendo a Zoltán y Bill? —Elizabeth preguntó. ¿Y Tom? La pregunta estaba implícita entre ellos, pero era tan palpable, que estaba segura de que Konrad y Mihaela lo habían oído—. La eliminación de Zoltán es un asunto difícil —dijo Konrad mientras István entraba con una bandeja llena de tazas de café. Era un café fuerte, del tipo turco, y Elizabeth lo recibió con entusiasmo. Esta explosión era todo lo que necesitaba para despertarla de este extraño sentido de irrealidad.

—¿Cómo es eso? —pregunta, tomando un sorbo de la espesa y dulce bebida. ¡Wow!

Konrad suspiró.

—Zoltán es fuerte y brutal, pero su eliminación crearía un vacío de poder. Y en el caos, ¿quién sabe cuánta gente podría morir, mientras los vampiros compiten por el poder darán muestras de maldad pura? Antes de que Zoltán lograra ganar el poder, era horrible, créeme.

—¿Cuándo fue eso? —preguntó Elizabeth.

—Hace un par de cientos de años. Pero esta en el registro.

—Por supuesto. Entonces, ¿cuál es su objetivo? ¿Mantener el número de sus subordinados a niveles manejables?

—Algo así —reconoció István, sentado en el brazo del sofá—. Sobre todo, son los novatos quienes aun son asesinos indiscriminados. Los vampiros mayores prefieren una vida tranquila, bebiendo de los seres humanos, pero rara vez matando-excepto de erupciones extrañas como la noche pasada en la granja, que era una especie de fiesta de bienvenida para Zoltán, espero. Y una oportunidad para Zoltán de mostrarle al mundo-y a Tom en particular-que tan malo aun es.

Elizabeth asintió con la cabeza. Preocupada de que pudiera ver esa lógica perversa. Mihaela dijo:

—En una nota más personal, el trato que hicieron anoche estipula que Zoltán te dejo para Tom. Por eso también, tenemos que terminar con Tom.

Terminar…

—El problema es que —Konrad continuó—: Tom ha desestabilizado todo. Los vampiros están rompiendo la cubierta a través del miedo y la emoción, anticipando una guerra por el liderazgo. Y para ser honesto, no puedo trabajar fuera si se da la alianza que parece quese ha formado entre ellos. A pesar de que nunca serán capaces de trabajar juntos. Estarán empujando por una posición.

—¿Empujando? —Elizabeth preguntó.

—Bueno, sí.

—Es justo... No me puedo imaginar a Tom dando empujones. —Eso sonó defectuoso, incluso para su propia mente.

—Posiblemente no —admitió Konrad—. Dudo que demuestren una asociación de larga duración, o digna de confianza. Pero antes de que lo podamos encontrar, es importante que saquemos a Tom de esto.

¿Por qué no podemos tomar a Zoltán en su lugar? Molesta con su propio pensamiento indignado, Elizabeth terminó su café y se coloco el vaso en la bandeja.

—¿Cómo van a hacer eso? —preguntó, sin comprometerse tanto como pudo. Los tres

cazadores de vampiros se miraron una vez más.

—Tenemos que hablar contigo acerca de eso —dijo Konrad—. ¿Cómo te sentirías acerca de ser la carnada?

* * *

—¿Estas preocupada por esto? —preguntó Mihaela. Ellas estaban en su dormitorio mientras ellas se cambiaban. Los pantalones de repuesto de Mihaela no le ajustaban muy bien a Elizabeth, pero fueron reparados enrollándolos un par de veces. A Elizabeth no le importaba.

Ella estaba segura de que podía correr tan rápido tanto en un vestido como con pantalones, pero los demás parecían pensar que era lo que tenía que hacer.

—Me preocupa estar involucrada. Pero no creo que sea miedo aún.

—Yo estaré contigo todo el tiempo —dijo Mihaela, afilando sus tres estacas de madera antes de colocarlas en su gran bolso de mano—. Y los otros estarán justo detrás, mirando. Tom sigue siendo débil después de su despertar. Entre nosotros, podemos tomarlo. Tenemos que hacerlo, antes de que llegue a ser más fuerte.

—Aquí —agregó, pasando a otra estaca de mayor espesor, señaló a Elizabeth—. Debes

estar preparada para usarla. Apunta directamente a su corazón o simplemente la sacara de nuevo.

Elizabeth miró la estaca de madera.

—Ya lo vi hacer eso. Apenas despertó, no tuvo dificultad para sacarla. ¿Qué lo detendrá de hacerlo nuevamente?

—Nosotros. De todos modos, el despertar es diferente. Él sintió algo parecido a una descarga de adrenalina, lo que le dio energía falsa, habilidades falsas que no hubiera estado allí una hora más tarde. Ahora es tan vulnerable como un novato, probablemente.

—Probablemente —repitió Elizabeth, tomando la estaca, colocando un dedo sobre la punta finamente pulida.

—No ha habido un Anciano despierto durante siglos —admitió Mihaela—. Nuestro registro se basa en rumores, y eso es de un documento fechado en el siglo XIV, que describe los eventos de varios cientos de años antes de eso.

—Entonces ustedes están adivinando. La evidencia es dudosa y no corroborada.

Mihaela parpadeó reconociéndolo.

—Tenemos que intentar la seguridad del resto del mundo. Es nuestro trabajo proteger a las personas de los vampiros. Lo siento, tu no estás instruida en esto, y nosotros haremos nuestro mejor esfuerzo para asegurar que sobrevivas.

Elizabeth, experimentalmente, empujo la estaca hasta la manga de su chaqueta prestada, se detuvo para echar un vistazo a la otra mujer.

—Eso es lo que haces todo el tiempo, ¿no? Ponen en riesgo sus vidas en contra de...

monstruos para que el resto de nosotros ni siquiera tenga que creer en ellos.

Mihaela le dio una sonrisa torcida.

—Algo así.

—¿Por qué? ¿Cómo se puede llegar a ser un cazador de vampiros? ¿Si eres “elegido” como Buffy La Caza vampiros?

Elizabeth sabía que sonaba demasiado frívolo, pero, afortunadamente, Mihaela se echó a reír.

—Casi —respondió ella—. Somos sólo personas comunes y corrientes que han entrado en contacto con un vampiro malo de una u otra forma, y decidimos hacer algo al respecto. El resto es simplemente reclutado, en su mayoría.

La punta de la estaca cayó sobre la palma de Elizabeth, y retorció su muñeca para agarrar el eje y tirar de ella. Observando, Mihaela asintió con aprobación. Elizabeth dijo:

—No puedo dejar de admirar esto. Hacen ver que el resto de nosotros dedicamos nuestras vidas a cosas triviales.

—No son triviales —argumentó Mihaela—. Si fuera así, nuestra defensa no significaría nada.

Elizabeth sonrió.

—Podrías tener un buen rendimiento académico —Mihaela rió, tomando su bolso—. ¿Lista para viajar?

Elizabeth asintió con la cabeza y la siguió hasta la puerta. Pero allí, se detuvo.

—¿Mihaela? ¿Alguna vez te has sentido como un asesino?

Mihaela deslizó su mano fuera de la manija de la puerta, dejándola cerrada.

—No —Ella miró de nuevo a Elizabeth, sus ojos perspicaces buscando—. Elizabeth, él no es humano. No es un animal domesticado o una criatura de instinto. Él es un calculador, un monstruo egoísta que mata con la mayor rapidez y con tanta facilidad como lo hizo aquella mujer en el granero. Tú sangre es más, no menos, necesaria para él, y el hecho de que no te ha tomado aún, no es porque te considera como un amigo o algo más.

El aumento de sangre se filtró a la cara de Elizabeth.

—Está jugando conmigo. Divirtiéndose. Ya lo sé.

Mihaela dudó y luego dijo:

—Los vampiros, en particular los más viejos -y no hay ninguno mayor que Tom- tienen un magnetismo sexual determinado. Incluso aquellos que los odian o les temen son conscientes de ello. Nadie es inmune. No deberías avergonzarte. Pero tampoco debes ceder.

Él ha tomado sangre de tu cuerpo.

Un rizado calor la atravesó, recordando lo insoportable de las pocas ocasiones en que había estado cerca de él. Lo peor cosa fue la oleada de excitación ante las palabras de Mihaela, humedeciendo su ropa interior y lanzando movimientos que ella no podía detener.

—Ya lo sé —murmuró, jugueteando con la estaca dentro de su manga mientras trataba de olvidar, las otras razones detrás de su angustia—. No es eso. Es sólo... Nunca he matado nada antes. Ni siquiera las arañas si puedo evitarlo.

Mihaela abrió la puerta.

—No te preocupes —la tranquilizó—. Vamos a hacer una matanza.

* * *

El sentido de irrealidad de Elizabeth se intensifico a medida que avanzaba la noche. Ella

y Mihaela pasaron tiempo en bares y cafés frecuentados por gente joven, asegurándose

de que fueron vistas, mientras Konrad e István se turnaron para conducir dentro y fuera, llevándolas por los bares, o sentados con una botella de cerveza y un periódico.

Sentada en una mesa de concreto a las afueras de uno de estos establecimientos modernos, amigables, Elizabeth encontró difícil creer que cualquiera de los oscuros se encontraran en este lado de la ciudad, y si lo hicieran, cualquiera de ellos se daría cuenta de que ella estaba aquí, y le informaría de ello a Tom. Y sin embargo, él la había encontrado en la iglesia. Él había hablado dentro de su cabeza. Aunque no estaba muy seguro de por qué, ella no le había dicho a los cazadores de vampiros esa parte de la historia y no creía que lo haría. Pero se preguntó si esa era la forma en que la seguía y si podía estar en su cabeza ahora. La idea la consternó y la excitó al mismo tiempo.

Sin embargo, ella no podía sentir ningún rastro del pequeño zumbido eléctrico que había imaginado en la iglesia, así que lo dudaba. Después de una copa de vino y una taza de café, el nudo tensión dentro de ella comenzó a relajarse un poco. Los cazadores de vampiros estaban equivocados. Tom no se dejaría seducir por cualquier trampa. Por otra parte, esperaba poder investigar en la casa de los cazadores de vampiros nunca había llegado a nada, excepto por pistas al azar, ella tenía la necesidad de encontrar un camino, y ahora tenía el cerebro de Mihaela para recoger todas las preguntas que aún necesitan respuesta.

Torciendo el tallo de su copa de vino entre sus dedos, dijo:

—¿Cómo es que él estaba en la iglesia? ¿Pudo haber estado viviendo ahí?

—Pudo haberlo estado —admitió Mihaela—. Pero ahora ya no lo está. Konrad e István se aseguraron.

—¿Cómo? —preguntó a la vez.

—Tenemos instrumentos que pueden detectar la presencia de vampiros.

Los ojos de Elizabeth se ampliaron.

—¿Los están usando ahora?

—Sí, el mío está en mi bolsillo. Y Konrad tiene uno más confiable y poderoso en el auto.

—¿Puedo ver alguno?

—Aquí no —dijo Mihaela, sonando sorprendida por primera vez.

—Luego entonces. Cuando termine en Rumania, me gustaría visitar tu biblioteca en

Budapest.

—No puedes usar nuestro material en tu tesis —advirtió Mihaela.

—No directamente —acordó Elizabeth. Vagando en su mente, pensando cómo podía

hacerlo, regresó a su punto original—. Realmente me impresionó —admitió ella—. El hecho de que estuviera en una iglesia. Todas las leyendas describen la aversión de los vampiros hacia las cosas y lugares sagrados.

—En parte es cierto. —Mihaela alcanzó su café—. Agua bendita, crucifijos, cualquier objeto simbólico como esos repelen la mayoría de los vampiros. Porque cuando murieron, ellos creían en esas cosas conscientemente o no. Pero Tom es un Antiguo. Él ha estado por aquí más tiempo que el Cristianismo.

Elizabeth tomó un sorbo de vino y dejó su copa. No sabía porque la sorprendió.

Después de todo, eso explicaba algunas de las historias que había escuchado.

—¿Entonces él es inmune a las cosas que lastiman a la mayoría de los vampiros como Zoltán?

—Exactamente.

—¿Y Bill?

Bill, probablemente. Él fue creado en el sigo catorce, definitivamente en la era cristiana. Pero él también es, probablemente, el último vampiro vivo creado por Tom,

así que no podemos estar seguros. Bill es un enigma, para ser honestos. Él se encuentra

debajo, pero siempre está ahí. Y a menudo tiene protectores humanos. Un tipo de quid pro quo, espero. Se protegen unos a otros.

—Eso no suena tan mal.

—Si no te molesta el ser alimentado como un esclavo-y puedes hacer la vista gorda a toda la maldad perpetrada alrededor.

—Por supuesto —dijo Elizabeth a la vez, castigándose. Pero ella tenía razón. Maria estaba implicada en “la pista” que la había llevado hasta Sighesciu y Tom. De hecho, tenía la maldita certeza de que Bill había puesto de algún modo la espina que hizo su mano sangrar profundamente. Ella se movió—. Cuando nos conocimos, tú hablaste sobre venganza. ¿De quién se puede vengar Tom después de 300 años exactamente? ¿Están siquiera vivos los vampiros que lo hicieron?

—Un par de ellos si lo están. Karl y Lajos. Aparentemente ellos no se aparecieron en el

encuentro de Zoltán. Ellos visitaran a Tom después y se mantendrán bastante alejados

de Zoltán.

Elizabeth frunció el entrecejo.

—¿No querrán la protección de Zoltán?

—Ellos saben que los días de Zoltán están contados si Tom vuelve. No quieren estar

cerca de él cuando Tom ataque.

—¿Sólo que no lo hizo, o sí? Él está usando a Zoltán como un aliado.

Tom fue siempre notoriamente impredecible —dijo Mihaela con una sonrisa torcida.

—Así que…si no matas a Tom esta noche ¿dejarás que mate a esos vampiros por ti?

—Oh no. Biología vampírica, a falta de una mejor palabra, es complicada y basada en

conceptos completamente diferentes. La sangre de los asesinos de Tom es especialmente valiosa para él e incrementará inmensamente su fuerza. Necesitamos mantenerlos separados. Es nuestra última esperanza para evitar que él recupere sus antiguos poderes.

Afortunadamente, ellos están jugando nuestro juego hasta ahora y no están, creemos, en Transilvania. Y en lo que respecta al tercer caza-vampiros, Maximilian, no tenemos ninguna pista de donde pueda estar. Desapareció del radar hace 50 años. Puede haber muerto de aburrimiento- o lástima. Algunos lo hacen.

Fascinada, Elizabeth preguntó:

—¿Era una Antiguo también?

—No, pero después de que Tom muriese, él emergió desde el período de caos como el

vampiro líder, puesto que mantuvo hasta que Zoltán lo desafiara y ganara hace 200 años.

Al no querer permanecer bajo las reglas de Zoltán, Maximilian dejó la región y vagó por Europa. Hasta pasó fugazmente por América. No sabemos dónde está ahora.

—Wow —Elizabeth se sentó en su silla—. Esto es como una historia completamente

alternativa sin humanos que adhieran los tonos aburridos.

Mihaela rió.

—Es fascinante —acordó—. Pero los humanos estuvieron involucrados en la historia

de Tom, y él en la de ellos. En tiempos antiguos, él era el poder detrás del trono, o el

catalizador para el cambio. Pero para el siglo diecisiete, él era más o menos considerado como el monstruo maligno que era en realidad, si es que alguien educado creyese en él.

Pero algunos humanos oscuros, hambrientos de poder, aún trabajaban con él. Tenemos registros detallando sus relaciones más cercanas con humanos quienes al final se volvieron en su contra-un noble llamado Ferenc; un sacerdote llamado Janos. Y Tsigana, por supuesto. Ella era su amante

El estómago de Elizabeth se retorció.

—¿Él tuvo una amante humana?

—Oh sí, muchas a o largo del tiempo. Pero Tsigana tenía cierto poder sobre él. Una descripción dice que ella lo embrujó. Ciertamente su comportamiento se volvió errático hacia el final de su vida. Se dice que él mató a otro Anciano por ella, y fue su confianza en ella la que lo guió hacia la trampa en Sighesciu que le permitió a Maximilian y a los demás vampiros el poder para matarlo en alianza con los humanos Ferenc y Janos. Se dice que todos tomaron turnos para empujar la estaca con Tsigana dando el último golpe.

—Ellos lo traicionaron.

¿Era satisfacción o ira pasando por su cuerpo? Ciertamente no era pena.

—Oh sí —Mihaela acordó—. Y él ha tenido que vivir con ella 300 años. Si él estaba loco en ese tiempo -como proclamaron sus enemigos para matarlo-él va a estar indudablemente enojado ahora. Y no le va a importar nada hacer una carnicería, o destruir el secreto de los vampiros cuando se vengue. Ningún vampiro o humano con alguna gota de la sangre de sus asesinos en sus venas estará a salvo. Ni nadie que se entrometa en su camino. Él necesita ser parado.

Elizabeth asintió. Podía darse cuenta. ¿Acaso algo de todo aquello se había reflejado en su rostro en alguno de sus tres encuentros? Esos inquietantes ojos contenían secretos más antiguos que Jesucristo. Pero no revelaban ninguno. ¿Acaso tenía sentimientos? Debió haber sentido algo por Tsigana, seguramente mucho, a excepción de que su orgullo fuera el herido. Pero esos oscuros y profundos ojos no la habían visto con nada más que diversión.

Él tenía más de dos mil años de edad, y ella no era más que un millón de bebidas de sangre que lo volverían más fuerte…

Ella parpadeó, dándose cuenta de que Mihaela se había puesto de pie y le hablaba.

—¿Perdón?

—Tiempo de caminar —repitió Mihaela. Elizabeth se levantó rápidamente. La historia de Mihaela le había dado más entendimiento, pero también nueva fuerza que agregar a la tensión que tenía.

—Está bien —ella dijo, ésta vez con suficiente determinación como para hacer sonreír a Mihaela de aprobación.

* * *

Bristila era linda de noche, la oscuridad de las calles escondiendo cualquier decadencia, las luces añadiendo un ambiente que a Elizabeth siempre le había gustado. Pero esta noche, ella vio amenaza en cada sombra de los edificios, cada paso que la seguía cada extraño que pasaba demasiado cerca. Sus nervios en espiral tan fuertes como un tambor, no podía evitar recordar al vampiro que había caído sobre ella como la noche, y por eso seguía levantando la mirada.

—Está bien —murmuró Mihaela—. Nos daremos cuenta. Mi detector está prendido ahora. Sentirá cualquier característica biológica de vampiros a su alrededor. Y los otros están cerca.

—¿Qué pasa si no es Tom? —Elizabeth susurró—. ¿Qué pasa si cualquier vampiro me

ataca, como anoche?

—Es improbable. Zoltán y -tom lo tienen prohibido los dos. Serás de Tom. —Mihaela

tomó su mano y le dio un suave apretón—. Confía en mí, será sobre mi cadáver-y el de Konrad y el de István.

—Aunque parezca raro, eso no me reporta el consuelo que imaginas.

Una risa provino de Mihaela.

—Debo decir, estás tomando toda esta locura muy bien.

—No, no lo estoy —dijo Elizabeth tristemente.

Mihaela se puso tensa. Lo suficientemente cerca como para que Elizabeth también lo

sintiera.

—Es ahora. Por mi izquierda.

Oh mierda, esto es todo. Él ha venido a terminar conmigo, y ellos lo mataran… ¿o no?

Por un instante, no puedo desterrar el enredo de pensamientos pasando uno tras otro a través de su mente, hasta que dos sombras volaron hacia Mihaela.

Como le habían dicho, Elizabeth saltó hacia atrás, sacudiendo su manga derecha y agarrando la estaca que había guardado allí toda la noche. Tubo tiempo para darse cuenta de que algo iba mal, que ellos no deberían estar atacando a Mihaela, que no debería haber dos de ellos -a menos de que Bill lo estuviera ayudando de nuevo- Se olvido de eso y decidió levantar su estaca con pánico, lista para saltar hacia adelante y ayudar a la caza vampiros. Pero eso fue antes de que una de las sombras se volviera polvo. Mihaela giró, pateando al otro vampiro que seguía de pie, cayendo con un ruido sordo en la espalda. Mihaela saltó sobre él, con la estaca en alto. Su brazo se hundió, y el segundo vampiro exploto también en polvo.

Cristo, es rápida…

Mihaela ya estaba sobre sus pies, buscando alrededor por posibles testigos. Pero solo había un despreocupado extraño, tal vez un borracho que vagaba en los alrededores, mirando las estrellas. Ella empezó a dirigirse hacia ella con un paso rápido que se congeló incluso antes de que empezara. Su mano libre estaba en su bolsillo.

—¡Todavía hay algo! —siseó en alarma, justo cuando el brazo del extraño apareció tan

rápido que parecía borroso, y la agarró hacia su garganta, levantándola del suelo.

Pero el extraño ni siquiera la miraba. Su brillante y codiciosa mirada estaba fijada en Elizabeth.

—Elizabeth Silk —dijo él con una voz grave, casi regodeándose—. La Despertadora…ven a Zoltán.

¡Oh maldito, maldito infierno! Ella había visto la terrorífica velocidad con la que se movió, pero quizás eso la preparó. En cualquier caso, cuando su brazo libre serpenteó hacia ella, aunque sabía que no podía evadir su agarre, se las arregló para cortarlo con la estaca, lo suficientemente fuerte como para extraer sangre.

—Vete al infierno —ella gruñó. El vampiro siseó, probablemente de dolor—cosa que era interesante porque ella no sabía si sentían dolor o no—pero aún así la acercó a él tomándola del cabello. Elizabeth empujó violentamente con su estaca, golpeando sus costillas, su hombro. Principalmente, ella era consciente de Mihaela colgando de la garganta en la otra mano del vampiro, inhabilitada siquiera para llorar.

Zoltán gruñó con cada golpe, pero sus labios se dibujaron hacia atrás revelando sus

puntiagudos caninos que se estaban volviendo muy familiares para ella. Sus ojos brillaron de triunfo, y ella se dio cuenta de que necesitaría más espacio para poder darle más fuerza a sus golpes. Recurriendo a tácticas más naturales, Elizabeth pateo sus tobillos, y después lo golpeó con su rodilla en la entrepierna.

Que efectos hubieran tenidos estos ataques por sí solos, ella nunca lo averiguó, pero István se materializó en la espalda de Zoltán. Aunque ella no podía verlo, supo que él sostenía una estaca, apuntando al corazón de Zoltán. El cuerpo del vampiro se puso rígido.

A su izquierda, Konrad dijo:

—Suéltalas. —Y un largo y afilado pedazo de madera se deslizó por el costado de su cuerpo y golpeó el pecho de Zoltán.

Mihaela cayó al suelo, ahogándose. Una liberada Elizabeth corrió hacia ella.

—Estoy bien —ella siseó—. Cuidado con él…

Por supuesto, ellos no matarían a Zoltán. Ellos le habían explicado eso a ella. Pero Zoltán no tenía escrúpulos. Sin embargo, aparte de haber soltado a sus víctimas, Zoltán no se había movido, y ellos tampoco.

—Cazadores —gruñó el vampiro. Él olió el aire alrededor de Konrad, recordándole a Elizabeth el comportamiento de Tom en su primer encuentro. Zoltán rió.

Konrad retrocedió. El vampiro levantó sus brazos, e István retrocedió también. Los músculos de Zoltán se flexionaron, y una advertencia ahogada surgió de la garganta seca de Elizabeth.

Zoltán saltó. Parecía que volaba hacia arriba, y luego su sombra desapareció por los techos.

Mientras Elizabeth volvía su atónita mirada hacia abajo, imaginó que vio una segunda

sombra moverse por el rabillo de su ojo, pero cuando volvió su cabeza otra vez hacia arriba, todo estaba quieto.

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